LA CATARSIS DE CLAUDIA IZAGUIRRE

Claudia Izaguirre, Editora y fundadora de Perú 21, hace un paréntesis en su diaria labor para quemar algunos (bastantes) muñecos por fin de año. Este artículo aparece en el último número de la Revista Ideele. Aprovecho esta oportunidad para desearle un Feliz Año Nuevo a mi querida amiga Claudia y a todos mis colegas de Perú 21.

















Claudia Izaguirre posando frente al imponente Puente Atocongo en San Juan de Miraflores.

UNA CATARSIS ANTES QUE LLEGUE EL 2011

Por Claudia Izaguirre


Creo que ‘ahí vamos’, como suelo decir últimamente. El año ha sido duro y cada noche, tras acabar de cerrar una edición, no necesariamente me voy a dormir plácidamente sino que en más de una ocasión he ido camino a casa cargada de angustias y de preguntas. Y si bien no han faltado algunas muy buenas noticias, de esas que nos dan una sensación de optimismo, estas no deben servir para tratar de tapar el sol con un dedo sino para asumir la conciencia de qué está mal, qué nos falta hacer y, de una vez, actuar desde la posición en que estemos.

No voy a hablar de cifras macro, que eso no es mi tema, pero sí de algunas cosas que me han ido poniendo más sensible día a día y que pienso que están endureciendo a la población, por lo que si las autoridades de diverso rango que asumen en 2011 no hacen algo radical, seguiremos perdiendo el tiempo y no habrá PBI que nos salve de una crisis moral.

Hay personas que erradamente creen que los periodistas somos seres insensibles. Sí, puede haber algunos e incluso desalmados, pero cree usted que nos resulta fácil lidiar a diario con ese tipo de noticias trágicas que se han ido multiplicando día a día: padres violando a hijas e inclusive procreando con ellas, crímenes que se van volviendo tan comunes que de ser un titular principal en la página van convirtiéndose en datos en la sección de breves; policías o serenos que matan; esposos, parejas, ex novios que de puro ataque de celos o de creerse dueños de una mujer no aceptan un ‘no’ como respuesta y las agarran a golpes o les descerrajan un tiro; chicos que apenas han dejado de ser niños y ya no solo llevan navajas sino que manejan armas de todo calibre y disparan a matar por unos pocos soles, por droga, por una moto o meramente por ser el bacán del barrio y así imponerse como falsa ‘autoridad’.

En muchos niveles, desde el familiar hasta el estatal, la autoridad se ha confundido con meter miedo cuando, todo lo contrario, debería ser infundir respeto. Demasiados años ha tenido nuestra república viviendo bajo regímenes dictatoriales o seudodemocráticos que vivir apenas diez años bajo las formalidades de una democracia nos hace tomar conciencia de que estamos en el ‘prekinder’ de una ciudadanía democrática.

Y digo expresamente formalidades, porque siento que el grueso de la población aún piensa que su única obligación ciudadana es ir a votar cada vez que toca para evitar el pago de una multa y quizás pagar arbitrios. Y entonces se quejan de la policía, pero son los primeros en querer pasar un billetito si se pasaron la luz roja o no tienen el SOAT vigente; lloran por sus atropellados, pero siguen cruzando la Vía de Evitamiento como si nada; critican a los congresistas, pero ni siquiera revisaron bien la hoja de vida del candidato por el que votaron o se ocuparon de ver qué hizo en sus cinco años de acomodada gestión parlamentaria; se quejan del municipio, pero son incapaces de reportar un problema a serenazgo (‘que otros se ocupen que yo no me compro el pleito’) o de organizarse entre vecinos para, al menos, ver que la calle esté limpia, segura e iluminada. Se quejan de los colegios, pero no se toman la molestia de revisar las normas vigentes o acudir a las reuniones de padres y profesores; se lamentan de que cada vez los chicos están peor, pero los dejan en la calle, como si nada. Se quejan de Essalud, pero mandan a sus viejitos solos, recontra solos con sus males a enfrentar esas marañas de trámites y ‘referencias’ que hay que hacer en los policlínicos; detestan las combis asesinas, pero las siguen tomando como si nada y viajan enlatados y doblados. Los años pasan y los problemas y lamentaciones son los mismos.

Son tiempos de tecnología y herramientas 3.0 y 4.0, pero nuestros políticos y autoridades siguen 0.0; y no me refiero a que salven la situación creando un perfil en Facebook o una cuenta en Twitter, sino a que se den cuenta de que el crecimiento de Internet y las tecnologías de comunicación han hecho que más que nunca tenga vigencia eso de que todos tenemos derecho a la libertad de información, pensamiento, expresión y opinión, y ello implica un ejercicio constante de tolerancia y respeto. Todos tenemos derecho a proteger nuestra honra y dignidad, no solo ‘los de arriba’ o los que creen estar por encima del común de los mortales y en esto debemos trabajar todos, antes de que nos claven una patada, una cachetada o una sentencia injusta que, al fin y al cabo, duele e indigna tanto como las otras.

PD: Al cierre de esta columna catártica recibo una simpática bolsita de la ministra Virginia Borra sobre la campaña del gobierno de lucha contra la violencia. Que quede claro que esta no es solo física, que puede ser sicológica y emocional. Los golpes en la piel pueden borrarse si no te llevaron al cementerio o a una silla de ruedas; pero las heridas en el alma se llevan siempre.

Publicado en el número 204 de la Revista Ideele

3 comentarios:

Anónimo dijo...

La capacidad intelectual de nuestro periodismo es penosamente escalofriante. Alcanza sólo hasta las páginas policiales, deporte y farándula. Y para probarlo, hace bien en reconocerlo la Editora y fundadora de Perú 21, Claudia Izaguirre. La periodista admite su limitación con las cifras "macro" (economía por supuesto) que, -dice- "no son su tema"; algo que se advierte desde que se coge ese u otro diario, siempre repleto de sensacionalismo. Lo de ella, of course, se nota, abunda, aleluya, es lo que con tanta propiedad describe: "padres violando a hijas e inclusive procreando con ellas, crímenes que se van volviendo tan comunes que de ser un titular principal en la página van convirtiéndose en datos en la sección de breves; policías o serenos que matan; esposos, parejas, ex novios que de puro ataque de celos o de creerse dueños de una mujer no aceptan un ‘no’ como respuesta y las agarran a golpes o les descerrajan un tiro; chicos que apenas han dejado de ser niños y ya no solo llevan navajas sino que manejan armas de todo calibre y disparan a matar por unos pocos soles, por droga, por una moto o meramente por ser el bacán del barrio y así imponerse como falsa ‘autoridad’.

Jano

madruguemosaltibu@yahoo.com dijo...

Buen artículo, no tiene nada se sensacionalista. Todo lo contrario, es la voz de muchos de los que nos sentimos indignados y preocupados por el presente y futuro de nuestra sociedad, que crece sin normas y tratando la Constitución como una pelota de fútbol.

Sonia Luz dijo...

"Que quede claro que esta no es solo física, que puede ser sicológica y emocional" dice la autora respecto a la violencia.
La gozosa exhibición de la violencia, especialmente en la televisión, personalmente me ha alejado de los noticieros pero también tiñe los otros medios, incluyendo las versiones electrónicas. Casi ninguna sección se libra de ella y por exhibirla se deja de informar de muchos otros aspectos de la realidad.
No se trata de ocultar las dificultades ni edulcorar las visiones pero definitivamente falta equilibrio en la información y ejercicio responsable de la libertad.