EL MAESTRO DEL PREMIO NOBEL

Acabo de leer en La República este testimonio de Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura, sobre su Maestro Luis Jaime Cisneros. Vaya alumnitos que se manejaba este querido Yoda del Humanismo y el verdadero Magisterio. Hoy El Comercio, en su Editorial, recuerda esta frase de Luis Jaime Cisneros:

“Muchos chicos de hoy no saben si Unamuno existe o existió
o si es mediocampista en el Juventus o en el Real Madrid. A Maradona sí lo conocen todos”.


Bueno, Maestro, a Vargas Llosa también lo conocemos y ahora estamos empezando a conocerlo a usted.
















"Fue mi maestro. Yo lo conocí como mi maestro en el año 1954. Fue mi profesor en San Marcos en el curso de literatura española del Siglo de Oro. Y creo que entre todas las cosas que fue Luis Jaime Cisneros, crítico, periodista, filólogo, lo más importante fue para él la de maestro. Creo que fue, sobre todo, un gran maestro por cuyas aulas pasaron miles de estudiantes de muchas generaciones y creo que todos lo recordamos con admiración y cariño. Era un magnífico profesor, riguroso y al mismo tiempo de un entusiasmo contagioso que nos descubrió a muchos -a mí entre ellos- la maravilla de los libros clásicos de la lengua. Por otra parte, no era un maestro encerrado en la universidad, él abría su biblioteca particular a los alumnos, prestaba libros y hacía a veces en su casa tertulias que para mí están muy vivas en la memoria. Era un guía generoso que ayudaba a los estudiantes. También recuerdo haber trabajado con Luis Jaime, cuando yo era estudiante todavía, a finales de la dictadura de Odría. Él estaba vinculado al partido demócrata cristiano que se estaba formando en ese tiempo y fue director de un pequeño periódico que se llamaba Democracia, un pequeño semanario contra la dictadura en el que yo colaboré, de tal manera que tuve una relación bastante cercana con él. Después hemos sido muy amigos toda la vida. Yo creo que entre todas las virtudes de Luis Jaime, además de las virtudes intelectuales, está la de haber sido una persona sumamente generosa, sin enemigos, que ayudó siempre en lo que pudo a los demás y que por eso es tan querido y admirado en todos los círculos, en todos los medios. Estoy seguro de que es una persona que será siempre recordada con gratitud y con cariño. Era una persona muy digna, muy decente, eso que antiguamente se llamaba un caballero, que tenía una conducta cívica, ética, ejemplares, y creo que eso lo reconocen tirios y troyanos, una de esas personas que no tienen enemigos y que siempre fue muy respetado y muy querido porque, aparte de sus méritos intelectuales, era un hombre bueno". Mario Vargas Llosa

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