EL DICCIONARIO DEL DIABLO

Ambrose Bierce


Cuando los parricidios tomaron por asalto las portadas de los diarios peruanos, me acordé del escritor y periodista Ambrose Bierce (1842–1914), quien inicia de esta manera uno de sus cuentos: "Una mañana de junio de 1872 maté a mi padre, hecho que en ese entonces me produjo una honda impresión".

Para tranquilidad de mis lectores diré que no fue "El Club de los parricidas", donde se encuentra ese relato, el que se convirtió en mi libro de cabecera sino otro peor: "El Diccionario del Diablo", del cual extraigo una pequeña selección que espero les sirva.


















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EL DICCIONARIO DEL DIABLO (Selección)

Aburrido, Adj. Dícese del que habla cuando uno quiere que escuche.

Academia, s. Escuela antigua donde se enseñaba moral y filosofía. Escuela moderna donde se enseña el fútbol.

Adherente, s. Secuaz que todavía no ha obtenido lo que espera.

Aire, s. Sustancia nutritiva con que la generosa Providencia engorda a los pobres.

Amistad, s. Barco lo bastante grande como para llevar a dos con buen tiempo, pero a uno solo en caso de tormenta.

Amor, s. Insania temporaria curable mediante el matrimonio.

Año, s. Período de trescientos sesenta y cinco desengaños.

Baco, s. Cómoda deidad inventada por los antiguos como excusa para emborracharse.

Beso, s. Palabra inventada por los poetas para que rime con “embeleso”.

Boda, s. Ceremonia por la que dos personas se proponen convertirse en una, una se propone convertirse en nada, y nada se propone volverse soportable.

Bruto, s. Ver Marido.

Casa, s. Estructura hueca construida para habitación del hombre, la rata, el escarabajo, la cucaracha, la mosca, el mosquito, la pulga, el bacilo y el microbio.

Cerebro, s. Aparato con que pensamos que pensamos.

Cínico, s. Miserable cuya defectuosa vista le hace ver las cosas
como son y no como debieran ser. Los escitas acostumbran arrancar los ojos a los cínicos para mejorarles la visión.

Cleptómano, s. Ladrón rico.

Comercio, s. Especie de transacción en que A roba a B los bienes de C, y en compensación B sustrae del bolsillo de D dinero perteneciente a E.

Confidente, s. Aquél a quien A confía los secretos de B, que le
fueron confiados por C.

Confort, s. Estado de ánimo producido por la contemplación de la desgracia ajena.

Congratulaciones, s. Cortesía de la envidia.

Conocido, s. Persona a quien conocemos lo bastante para pedirle dinero prestado, pero no lo suficiente para prestarle.

Conservador, adj. Dícese del estadista enamorado de los males
existentes, por oposición al liberal, que desea reemplazarlos por otros.

Consultar, v.l. Requerir la aprobación de otro para tomar una actitud ya resuelta.

Corsario, s. Político de los mares.

Cristiano, s. El que sigue las enseñanzas de Cristo en la medida que no resulten incompatibles con una vida de pecado.

Destino, s. Justificación del crimen de un tirano; pretexto del fracaso de un imbécil.

Diario íntimo, s. Registro cotidiano de aquellos episodios de la
vida que uno puede contarse a si mismo sin sonrojo.

Difamar, v. t. Decir verdades sobre otro.

Ecuanimidad, s. Disposición de soportar ofensas con humilde compostura, mientras se madura un plan de venganza.

Egoísta, s. Persona de mal gusto, que se interesa más en sí mismo que en mí.

Elector, s. El que goza del sagrado privilegio de votar por un candidato que eligieron otros.

Elogio, s. Tributo que pagamos a realizaciones que se parecen a las nuestras sin igualarlas.

Epitafio, s. Inscripción en una tumba que demuestra que las virtudes adquiridas por la muerte tienen un efecto retroactivo.

Ermitaño, s. Persona cuyos vicios y locuras no se ejercen en sociedad.

Fanático, adj. Dícese del que obstinada y ardorosamente sostiene una opinión que no es la nuestra.

Felicidad, s. Sensación agradable que nace de contemplar la miseria ajena.

Fiesta, s. Celebración religiosa generalmente caracterizada por la glotonería y la ebriedad, que suele realizarse para honrar a alguien que se distinguió por ser un santo y un abstemio.

Filosofía, s. Camino de muchos ramales que conduce de ninguna parte a la nada.

Finanzas, s. Arte o ciencia de administrar ingresos y recursos para la mayor conveniencia del administrador.

Fotografía, s. Cuadro pintado por el sol sin previo aprendizaje del arte. Es algo mejor que el trabajo de un apache, pero no tan bueno como el de un indio “cheyenne”.

Gato, s. Autómata blando e indestructible que nos da la naturaleza para que lo pateemos cuando las cosas andan mal en el círculo doméstico.

Gobierno monárquico, s. Gobierno.

Hábitos sacerdotales, s. p. l. Traje abigarrado que usan los payasos de la Corte Celestial.

Historia, s. Relato casi siempre falso de hechos casi siempre nimios producidos por gobernantes casi siempre pillos o por militares casi siempre necios.

Ignorante, s. Persona desprovista de ciertos conocimientos que usted posee, y sabedora de otras cosas que usted ignora.

Indefenso, adj. Incapaz de atacar.

Malechor, s. El principal factor en el progreso de la raza humana.

Maná, s. Alimento dado milagrosamente a los israelitas en el desierto. Cuando no lo recibieron más, se afincaron y labraron la tierra, fertilizándola, por regla general, con los cadáveres de sus primitivos ocupantes.

Mitología, s. Conjunto de creencias de un pueblo primitivo relativas a su origen, héroes y dioses, por oposición a la historia verdadera, que inventa más tarde.

Mulato, s. Hijo de dos razas, que se avergüenza de ambas.

Nihilista, s. Ruso que niega la existencia de todo, menos de Tolstoi. El jefe de esta escuela es Tolstoi.

Paraíso, s. Lugar donde los malvados cesan de perturbarnos hablando de sus asuntos personales, y los buenos escuchan con atención mientras exponemos los nuestros.

Plebiscito, s. Votación popular para establecer la voluntad del amo.

Política, s. Conflicto de intereses disfrazados de lucha de principios. Manejo de los intereses públicos en provecho privado.

Prerrogativa, s. Derecho de un soberano a obrar mal.

Rectitud, s. Virtud sólida que solía encontrarse entre los Pantidoodles, habitantes del sector meridional de la península de Oque.

Resuelto, adj. Dícese de quien sigue obstinadamente una línea de conducta que aprobamos.

Revolución, s. Abrupto cambio en la forma de desgobierno.

Sabiduría, s. Tipo de ignorancia que distingue al estudioso.

Saquear, v.t. Tomar la propiedad de otro sin observar las reticencias decentes y acostumbradas del robo.

Sepulcro, s. Lugar en que se coloca a los muertos hasta que llegue el estudiante de medicina.

Teléfono, s. Invención del demonio que suprime algunas de las
ventajas de mantener a distancia a una persona desagradable.

Tinta, s. Innoble compuesto de tanogalato de hierro, goma arábiga y agua, que se usa principalmente para facilitar la propagación de la idiotez y promover el crimen intelectual.

Tumba, s. Pabellón de la Indiferencia.

Urbanidad, s. La forma más aceptable de la hipocresía.

Urraca, s. Ave cuya inclinación al robo ha sugerido a algunos la
posibilidad de enseñarle a hablar.

Verdad, s. Ingeniosa mixtura de lo que es deseable y lo que es
aparente.

Ambrose Gwinet Bierce

3 comentarios:

Anónimo dijo...

MAESTRO YODA HEDUARDO, ESTO ES UNA MARAVILLA. YA ME ESTOY LEYENDO TODO EL DICCIONARIO ON LINE Y ESPERO CONSEGUIR ALGUNA EDICIÓN EN CASTELLANO. GRAN APORTE, GRACIAS!
MARTÍN SANTIVÁÑEZ

Bruno Ysla Heredia dijo...

En la Biblioteca de Humanidades de la Cayetano Heredia hay una versión para descarga sin la burocracia de la de scribd:
http://www.upch.edu.pe/vrinve/dugic/bibliohuma/bibliohuma.htm

saludos

necia dijo...

bah, ya quisieran leer el de la diabla, el diablo se queda en naaa