A CÉSAR LO QUE ES DE CÉSAR
Fujimori en el paraíso
Por César Hildebrandt
Escucho a Alberto Fujimori describir su paraíso de opio y compruebo que gente como él sólo puede prosperar en un país que tiene a un 40 por ciento de ciudadanos a los que les da lo mismo –lo dicen reiteradas encuestas- si los rige una democracia o una dictadura.
O sea que en el Perú hay un 40 por ciento de ciudadanos que casi aspiran a no ser ciudadanos y que quieren ser, a veces con fervor, vasallos tristes y alegres siervos de la gleba.
Detrás del fujimorismo está la capacidad de sumisión y la arrolladora ignorancia que lastiman el alma del Perú.
Escucho a Fujimori y me digo que si hubiera géiseres de cinismo sonarían como su voz.
Habla de coraje el hombre al que le temblaba la voz cuando se dirigió a buscar refugio en la embajada del Japón la noche del fallido golpe del general Salinas Sedó.
Habla de honor el hombre que emputeció a la Fuerza Armada, hizo del Congreso un chiquero, suprimió el orden constitucional, desconoció su firma y hasta su huella digital con tal de no pagarle una deuda a la madre de sus hijos.
Habla de orgullo de sí mismo el sujeto que quiso ser senador japonés para obtener la inmunidad que lo librara del alcance de la ley.
Habla de responsabilidad el hombre que llenó 45 maletas de videos, dinero y botines diversos, tomó el avión presidencial y pasó de Brunei a Tokio, donde pidió asilo y desde donde renunció por fax a la presidencia de la República.
Habla de amor por la patria el jefe de una banda que saqueó las cuentas del tesoro público por un valor que los más conservadores estiman en dos mil millones de dólares.
Habla del veredicto de la historia el sujeto que estaba pescando en Iquitos cuando la policía de la Dincote, sin ninguna ayuda de Montesinos, capturó a Abimael Guzmán, el hombre que huyó del país tras descubrirse cómo es que Montesinos compraba esos congresistas que hoy deben estar frotándose las manos.
Qué patético pobre diablo es Fujimori. Se atribuye todos los poderes para las cosas que salieron bien y se pinta como un presidente disminuido, desinformado e irresponsable cuando le mencionan los asesinatos que cometían los criminales a los que él felicitaba, ascendía y amnistiaba.
“Yo era comandante de la Fuerza Armada en el sentido en que un entrenador de fútbol comanda al equipo”, dijo ayer destilando la esencia de su legendaria cobardía.
O sea que debemos alabarlo por haber “comandado” las fuerzas armadas que derrotaron al senderismo, pero debemos exonerarlo de toda responsabilidad cuando esas mismas fuerzas armadas mataban ancianos, niños y mujeres en las alturas de Ayacucho.
Debemos agradecerle el haber sacado al país de la crisis económica en la que nos hundió Alan García –quien hizo tanto para que Fujimori lo sucediera-, pero tenemos que olvidar que con él todos los derechos del trabajador fueron abolidos, todo asomo de equidad fue perseguido, toda corrupción en el proceso de las privatizaciones fue posible.
Tenemos que decirle gracias por la paz con Ecuador –Tiwinza incluida, derechos de navegación ecuatorianos en ríos peruanos incluidos- pero no podemos recordarle su repugnante papel en la derrota peruana del Cenepa, cuando nuestros soldados carecían de logística, comunicaciones y, en muchos casos, de rancho y de zapatos.
Debemos ser gratos con su régimen porque “refundó el país” (Fujimori dixit), pero tenemos que olvidarnos de que quince de sus ministros o están presos o están con orden de captura por ladrones.
Debemos ser fujimoristas por las escuelas que sembró el Fonades, pero no debemos evocar la prensa inmunda que él creó para ensuciar a sus adversarios y, seguramente, “elevar el nivel cultural”.
Este demócrata que cerró el Congreso, este honrado que permitió la rapiña más grande de la que se tenga noticia, este ciudadano ejemplar que convirtió a un edecán en fiscal para entrar a robar maletas en la casa de Trinidad Becerra, este hombre decente que tuvo como socio a Montesinos, este estadista al que defienden sujetos como Saravá, este ángel que vivió entre alimañas, este hombre ejemplar que dio un golpe de Estado cuando su esposa, en un rapto de bendita locura, denunció los asaltos de la hermana Rosa y del cuñado Aritomi a la caja de Apenkai, este probo encubridor de Miyagusuku, esta vergüenza que grita lo que lee y juega con la voluntad de olvidar de los peruanos, este señor Fujimori, en suma, sigue siendo exactamente el mismo miserable que la miseria moral adora y hace suyo.
El secreto de Fujimori es que ha convertido en socialmente exitosos los peores vicios de la “peruanidad”: la crueldad en el tumulto, el cinismo como método y, sobre todo, la cobardía elevada a la categoría de función vital.
El triunfo de Keiko Fujimori, de darse, será el resumen vistoso de la tragicomedia nacional y una prueba de que hay países económicamente pujantes y moralmente inviables.
(Publicado en el diario La Primera)
Foto:Caretas, Fotomontaje: Heduardo
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Hola Heduardo. Gracias por el esfuerzo, los monos, el rock, la música y la playa. Ahora al grano.
Se están acabando.
Cuando leí "pájinas libres" pude entender recién por qué se jodió el Perú Zavalita y muchos chanchullos más.
Cuando lo veo a MVLl ahora de desfacedor de entuertos so pretexto de museos; se me complica la vesícula pues ya no da más.
Cuando a Villa Stein lo veo esforzándose estreñidamente; ya no sé a qué minguitorio ir.
Esto está cada vez "pior" como diría uno de mis ancestros Dorador allá en Huaral.
Se están acabando las avis como Manuel González Prada, Gustavo Gutierrez, César Hildebrandt (el viejo) y paro de contar.
Digo sobre César Hildebrandt (el viejo).
Es jodido pero se bate bien, escribe bien, se expresa bien y no le puedes encontrar ninguna arruga (salvo Genaro tenga alguna bajo la manga) y una que otra chichi en singular por ahí.
Hildebrabdt (el viejo) no es moco de pavo: Se le emparó a Velasco, Haya de la Torre, LMQDLG, Cornejo, Villanueva, Blanco, Scorza, Belaúnde! y hasta a Beltrán; para que ahora ni se despeine cuando estos politicastros de 3 al cuarto pretendan alinearlo (como con casi todas las vaquillas sagradas de la escena).
Termino con algo que ya quisiera que sea de cabecera: Qué carajos comen los de ahora que acojudados andan! Disculpando la mesura.
Cuidado con Chile, Bolivia y Brasil que nos madrugan.
Con 3 Hildebrandt (de los viejos) en RR.EE. otro gallo en la Concordia nos cantaría.
Salud Heduardo.
Si algún impromptu del post anterior ofende a los lectores; mil disculpas por no ser más directo. JCM.
PS: El Martes 07 de Abril, con sentencia de por medio sabremos de qué somos capaces.
El Chato es el chato, así Ancuervo piense lo contrario.
Publicar un comentario